miércoles, 20 de agosto de 2008

PALABRAS DE MUJER

Virginia Duràn Campollo



En la polémica sobre las penas que hay que dar a los secuestradores, asesinos, violadores y demás caterva, las opiniones se dividen y hay quienes, doctamente, recurren a los derechos humanos y a ciertos artículos que marcan nuestras leyes que impiden ciertos procedimientos, como sería la pena de muerte. Ahora se habla de cadena perpetua para estos peor que bestias y eso no es una solución viable porque simplemente sabemos la corrupción dentro de los penales nacionales y como los delincuentes gozan de muchas canonjías. Y quienes tienen dinero pueden vivir hasta el final, como en el mejor hotel del mundo.

Esto es una realidad irrebatible. Simplemente muchos de los grandes mandos policiacos, han sido extracto de la misma delincuencia y por un lado los combaten y por el otro los extorsionan, manejan. Sin puritanismos al respecto, no podemos tapar el sol con un dedo. En si el combate a la delincuencia, debe empezar estrictamente dentro de las filas del sistema nacional de justicia. No se puede confiar en el gobierno de Felipe Calderón cuando cubre, protege hechos de corrupción de panistas destacados como los Fox-Sahagún o Juan Camilo Mouriño. Aquí ya no resultan escandalosos los hechos sino la protección de los mismos.
Con todo respeto para aquellos que esgrimen tratados de ley, no creemos, si son padres, que si lo vivieran en carne propia cómo reaccionarían. Es simple al ponerse a pensar en que a una hija o hijo de 14 años o de menor edad, tipos corpulentos de 180 de altura saltaran sobre sus cuerpos aun vivos, para acabarlos de exterminar después de haberlos violado repetidas veces y golpearles hasta el cansancio. No soy madre pero, sinceramente, de imaginarlo yo sí buscaría venganza de mano propia. Y aseguramos que muchos lo han querido hacer, pero si la policía no ha encontrado a los victimarios pues mucho menos ellos.
Hemos reflexionado con padres de jóvenes asesinados y contemplado a los del joven Fernando Martí y verdaderamente su dolor abruma. Están muertos en vida y seguirán viviendo a veces sólo por inercia. Son cuerpos que deambulan pero su mente, alma, sentimientos están tan muertos como sus hijos. Familias destrozadas por atrocidades que no buscaron. Luto perenne hasta el fin de sus propias existencias. Y nos preguntamos si los asesinos, secuestradores no tienen ningún miramiento para sus rehenes ¿por qué la sociedad debe tenerla para con ellos? Habría que hacer una propuesta seria y un plebiscito. Las reformas salen sobrando.

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